La terapia de vidas pasadas se basa en el principio de atemporalidad del alma. Para nuestra alma el tiempo no existe y es un concepto ligado a la existencia física y terrenal. Lo que a nuestros ojos físicos y experiencia corporal supone 10, 100 o 1000 años para nuestra alma ocurre en el mismo momento. Una experiencia traumática en la que nuestra alma experimenta un gran sufrimiento puede tener ecos en otras situaciones similares durante nuestra vida.
Por ejemplo si me he quedado encerrado en un armario cuando era niño, es normal que tengan miedo a los espacios cerrados cuando sea mayor; si además esa situación recupera un recuerdo de otra vida en la que fui enterrado vivo, el trauma y el miedo serán aún mayores. En esos momentos el pánico de ambas experiencias desatan en nuestro presente una reacción desproporcionada al cerrarse una puerta y/o sentirnos encerrados. La terapia de vidas pasadas permite hacer consciente esa realidad
de otras experiencias, liberando así la energía atrapada en ellas y recuperando el control en circunstancias similares.